martes, 21 de abril de 2009

Mientras la tierra cae sobre mi, me aterro.
No es como pensé, como cuentan.
Sigo atrapado en este cuerpo ya sin vida, inútil.
Siento un ardor en el estómago, me quema, me sigue doliendo todo.
Morir no es un descanso, aún siento, aún pienso.
Estoy enojado, tengo sed. ¿Porqué a nadie se le ocurre que los muertos también tienen sed?
Odio el olor de mi cuerpo pudriéndose, estoy solo...

La lluvia nos mojó hasta desteñirnos. Nos quedamos quietos, calladitos. Yo lo pude ver en sus caras...

Al principio era divertido, emocionante. A ti te gustaba la experiencia, tan nueva, tan diferente. Ver los colores resbalar por sus cuerpos, los olores desprenderse, la piel ablandarse. Era casi mágico. Percibías los cambios ocurriendo lentamente... Estaban tan atentos haciéndolo que el mundo entero se detuvo, el único movimiento estaba en nosotros.

Fue entonces cuando me fijé en tus ojos... Se empezaron a aclarar, cambiaron de color, me asusté. Al tocarte no pude evitar ESA cara, mi cara de sorpresa. Tu piel era suave, gelatinosa, fría. Sentimos espiralitos recorriendo nuestras bocas. Al menos yo lo sentí.

Me empezé a cansar de la lluvía. Y seguíamos sin tener a dónde ir...

Quería hablar, pero mi garganta se sentía floja, mojada. Estos cambios duelen-Pensé

A ti ya no te estaba gustando tampoco, igual que yo eras frío espectador del teatrito. Ella, parecía congelarse, estaba temblando.


Los colores continuaban bailando, chorreando... Mis manos estaban ahora de un feo verde; el color me hizo pensar en vomitada. Quise entonces volar. Me caí.

Y aquí estoy, al despertar. Tratando de pensar si se debe creer o no en los sueños. Si son éstos señales, premoniciones, susurros... Si son un reflejo de nuestros miedos o deseos. O si son sólo eso, sueños... Azar, casualidad ¿destino?